sábado, 12 de marzo de 2016

El suelo, nuestro mejor apoyo


 Empezar tumbados en el suelo, en esta posición podemos percibir más claramente cuáles son nuestros patrones de movimiento, así no tenemos que resistirnos a la fuerza de gravedad, la imagen de todo nuestro esqueleto surge más claramente ya que el sistema nervioso no está pendiente de sostenernos erectos.

El suelo es nuestro espejo, el que nos permite reflejar y discernir nuestro proceso de aprendizaje, es a través de él, donde vamos recorriendo las diferentes etapas del bebé, desde su nacimiento hasta la posición de erguido, pasando por rodar, gatear, reptar y caer.

Las secuencias de movimientos se realizan fundamentalmente en el suelo.

Esta posición pasiva de estar tumbado crea las condiciones adecuadas para aprender las sutilezas, creando una atmósfera que nos permite percibir o “escuchar” en lugar de hacer, lejos de cualquier tipo de competición y sin el impulso de “hacerlo bien”.
 Esta postura de descanso te permite reducir la velocidad, cerrar los ojos e interiorizarte. Puedes hacer tu trabajo interior ya que tienes la oportunidad de acrecentar tu sensibilidad y observar los detalles ocultos que constituyen la calidad de tus acciones.
La vida está tan llena del elemento gravedad que nos olvidamos de tenerla en cuenta. Abandonarse al propio peso corporal y apoyarse plenamente sobre el suelo o en otra persona son dos acciones muy vinculadas con la confianza. 


El suelo nos da el sostén,  el apoyo para poder completar cualquier proceso de maduración que pudiese haber quedado incompleto en alguna etapa de nuestra vida.



Tumbate sobre tu espalda, cierra los ojos y siente tu cuerpo…